Diego, un niño de unos 11 años, se ve obligado a pasar unas vacaciones con su abuelo Francisco, a quien apenas conoce, en una pequeña finca de las montañas de los Andes Venezolanos. Es una situación absolutamente nueva: sin televisor, sin móvil, sin luz eléctrica y con un frío que cala hasta los huesos, pero la experiencia, que gira en torno a un manzano mágico, lo marca para toda la vida.