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Yo fui a los juicios con mi profe y ya no soy el mismo

Experiencia transformadora originada desde un sindicato de educación.

Compartimos un artículo de la agencia de noticias ANITA (especializada en Infancias). Se utilizó el lenguaje audiovisual para divulgar una rica experiencia llevada a cabo por SUTEBA. El CD está adosado a un libro que comparte la práctica ejecutada por docentes del sindicato junto a los alumnos que asistieron a juicios relacionados a delitos de lesa humanidad. A continuación el artículo.

Los Derechos Humanos deben ser un eje transversal de todas las políticas públicas. En los últimos años, tras la derogación de las leyes de impunidad, la reactivación de las causas por delitos de lesa humanidad recobró vigor y vigencia. Y con la reapertura de las causas el tema de los derechos humanos ganó nuevos campos de incidencia. Al día de hoy 409 personas han sido juzgadas, 404 fueron condenadas y actualmente se vienen desarrollando 13 juicios. Cabe resaltar que gracias al incansable esfuerzo de los organismos de Derechos Humanos 108 nietos de personas desaparecidas ya fueron recuperados, los últimos 31 desde el periodo que comenzó en 2003.

Además, se avanzó en el juzgamiento de los sectores civiles con participación activa en el genocidio de los años 70, como es el caso de José Pedro Blaquier o Martínez de Hoz.
En este marco, el tema también ingresa a las escuelas y en muchos casos se potencia su abordaje con experiencias creativas y pensadas con la finalidad de promover el pensamiento crítico.

El Seminario “Construcción de ciudadanía y Pedagogía preventiva del genocidio en el marco de los juicios por delitos de lesa humanidad” que organizó la secretaría de Derechos Humanos del Sindicato único de Trabajadores de la Educación de provincia de Buenos Aires (SUTEBA) es una señal más de que vivimos una época especial, donde todas las instituciones están bajo la lupa ciudadana, o más bien donde el motor de la ciudadanía exige también repensar las instituciones que ordenan la vida en democracia. Comenzaron trabajando con docentes y autoridades escolares y luego expandieron la experiencia hacia los estudiantes adolescentes de escuelas medias. Reflexión colectiva y asistencia a los juicios. Un espacio educativo pensado para conversar sobre el tema y ejercitar la memoria para reescribir la historia con el trazo de nuevos conceptos y herramientas renovadas para comprender un pasado, que si bien sigue cercano encuentra obstáculos culturales e institucionales que pujan por dejarlo sepultado en algún rincón oculto de la vida cotidiana.

Desde gobernantes hasta periodistas de renombre machacan con la idea de que ese pasado debe ser superado a fuerza de olvido o mejor aún, dictan sentencia acerca de la de la expresión de total indiferencia de los jóvenes actuales en relación a los crímenes atroces de la última dictadura, las connivencias civiles, el rol de los empresarios, la iglesia y la maquinaria aceitada de la justicia para garantizar la impunidad. Seminarios como el de SUTEBA que además se dio el lujo de publicar un libro “Yo fui a los juicios con mi profe” (que presentaron en la última Feria del Libro de Buenos Aires de mayo de 2013), recabando testimonios, reflexiones e información tomada en las audiencias, demuestra que los que desenfocan son esos gobernantes y periodistas que lejos de interpretar la realidad se esfuerzan por obturar muchos de sus mejores sentidos. En charla con ANITA, la profesora Rossana Merlos  contó detalles del proyecto, objetivos del mismo y el sentido que actualmente  tiene en la formación de los jóvenes propuestas de estas características.

¿De qué se trató este proyecto?

Para ponernos en contexto el seminario se llamó “Construcción de ciudadanía y Pedagogía preventiva del genocidio en el marco de los juicios por delitos de lesa humanidad”. Cómo antecedentes puedo decir que nosotros ya habíamos tenido una experiencia de ir con jóvenes mayores de 16 años a algunos juicios, a algunas audiencias,  con permisos que les pedíamos a los jueces para habilitar la concurrencia. Pero eso lo hacíamos sin enmarcar esa experiencia en un proyecto de formación institucionalizado. Nosotros venimos desde el marco de la secretaría de Derechos Humanos de SUTEBA, trabajando desde hacía muchos años varios ejes vinculados a fortalecer la ciudadanía y los conocimientos de los Derechos. En el marco actual esto se profundiza mucho más. Fuimos profundizando y organizamos un seminario, que al principio estaba destinado a profesores, docentes, principalmente los de Historia y de Construcción de ciudadanía. El seminario ahora  consta de 6 encuentros, cuatro presenciales, una jornada de asistencia a los juicios con los profesores. Un encuentro con apoyatura al docente en el aula y una visita a audiencias con los profes y los chicos. La verdad que los objetivos que nos pusimos fueron, tratar de debatir estos temas, enriquecernos, apuntar a la formación de una ciudadanía activa donde los docentes y los adolescentes se vean fortalecidos para participar con una palabra con reconocimiento, reflexionar sobre la posibilidad de prevenir el genocidio. Construir de manera colectiva herramientas que nos permitan abordar estos temas en el trabajo áulico.

Después nos pusimos objetivos bien específicos,  conocer de primera mano a los protagonistas de los hechos de esta historia, estar en contacto directo con los querellantes, jueces, testigos, fue una experiencia muy buena. La presencia activa en los juicios que nosotros ya la veníamos haciendo desde afuera. Lo que nosotros ya hacíamos como gremio esta vez logramos hacerlo desde la escuela, con un proyecto institucional y con los chicos.

¿Cómo fue el entramado institucional que hizo posible esta experiencia?

Fue sumamente interesante la experiencia. Nosotros la trasmitimos en el libro Yo fui a los juicios con mi Profe. Participaron del seminario  La UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero), la Cátedra contra el Genocidio y también contamos con la participación muy activa de la comisión por la memoria de Campo de Mayo.  O sea articulamos SUTEBA, la Comisión, Untref y obviamente hubo un compromiso muy interesante de los propios actores de la justicia, de los jueces de los fiscales. Y con mucha predisposición para facilitar el acercamiento de los chicos, antes de entrar a los juicios se presentaban para que  para que los chicos los conozcan, Los saluden, les hagan preguntas, charlen sobre el tema.

Además de profesores participaron estudiantes ¿Qué edades tienen los estudiantes que participaron y qué le aporto el proyecto a unos y a otros?

Participaron chicos desde 14 años,  hasta los 18 años. Fue una experiencia muy interesante en la que pudimos dar un salto en los objetivos que  nos planteamos. Para los profesores fue una situación extraordinaria, un click fuerte en la trayectoria docente, que les permitió tomar conciencia real de la historia reciente, una transformación subjetiva y eso lo decían en el libro que publicamos con frases fuertes como  “yo nunca más voy a ser la misma persona que era”, evidentemente hay un reconocimiento como individuos acerca de resignificación del sentido de la docencia.

Para los chicos a su vez, también es una experiencia de fuerte crecimiento. En sus devoluciones, en las charlas posteriores a la participación en las audiencias, en los trabajos que realizaron luego con los profesores, se nota que hay en ellos un proceso de conmoción interesantísimo. Por eso ya comenzamos a repetir la experiencia, con el mismo formato en Zarate y Campana, además de Tres de Febrero.

¿Y el libro qué trae?

El libro trae prólogos hechos por compañeros de Ctera, Stella Maldonado, Hugo Yaski, Eduardo Jozami, el rector de la universidad, el mío, donde damos cuenta de la importancia de la experiencia. Pero después están consignadas las experiencias de los chicos, sus opiniones, lo que hicieron después de cada audiencia. Se toman opiniones de cada profesor, hay mucha imagen. Es un libro muy didáctico y atractivo visualmente. Atrás tiene dos anexos con propuestas de actividades para el aula y otro con reglamentaciones y planillas que se deben completar para hacer este proyecto. Los pasos que se deben llevar adelante, los permisos que tiene que dar la inspectora o inspector distrital de la Dirección de Educación, los permisos de los padres, etcétera.
Y también viene con un CD interactivo que les sirve a los docentes para poder proyectar en el aula para trabajar en este tipo de temas. Lo hemos distribuido a todas las provincias. Queremos que el ministerio de Nación lo tome y hacer una tirada grande para que llegue a todas las escuelas.

Debate que enriquece

El momento que estamos viviendo en relación a los crímenes de la dictadura y el genocidio de estado le pone a este tema un nivel de vigencia y trascendencia para el que es difícil mostrarse indiferente. ¿Cómo lo describen ustedes desde el potencial educativo?

La verdad que este momento representa un avance enorme, un contexto que facilita la propia legislación y que habilita charlar estos temas, tratarlos en el aula. La Ley de Educación, las reglamentaciones en las leyes provinciales, por ejemplo ha permitido avanzar en poder hacer estas cosas con muchas más herramientas de las que teníamos antes. El contexto general hace que haya entusiasmo, necesidad de conocer, que los chicos sean mucho más participativos. Que quieran preguntar y se sumen para ir a las audiencias, y eso le da un plus al profesor dado que le permite profundizar temáticas y ejes de discusión sobre la historia reciente. Que para nada es sencillo, no es fácil abordarlo. Hay muchos profesores que han transitado la época de la dictadura, nosotros hemos tenido muchas discusiones con sectores docentes que todavía siguen planteando la teoría de los dos demonios.

¿O sea las complicaciones están en las mismas cabezas de los docentes?

Claro, hay resabios de un pensamiento autoritario. Ideas que siguen apareciendo en estos debates de reflexión, y ahí se vio al resto de los compañeros con buenos argumentos como para rebatir eso en los encuentros. Son fortalezas de esta época, hay masa crítica instalada. Muchos compañeros  pueden superar planteos de este tipo con ideas democráticas en el marco de proyectos educativos y en espacios de diálogo. Eso es parte de los logros de este contexto, de todo lo que hemos vivido y ganado en estos últimos tiempos. Con genocidas en las cárceles y juicios abiertos. Algo que antes era impensado, la sola posibilidad de discutir estos temas, hace unos años atrás era imposible por el nivel de resistencia feroz que había. Aunque no se puede desconocer, hay un obstáculo cultural fuerte que sigue apareciendo en los espacios de debates.
¿Y se ven respuestas positivas de los mismos profesores que expliquen el sentido de este tipo de propuestas?
De  todo tipo. Hemos escuchado comentarios de profesores que incluso después de haber sido parte de la audiencia de los relatos de los testimonios de personas que habían sido secuestradas y torturadas decían “yo nunca me imaginé que esto había pasado”. Incluso sabiendo en la teoría lo que había pasado, no lo habían asimilado, ni siquiera conceptualmente. Ahí es donde más se puede medir la transformación que implica este encuentro cara cara con los relatos de los propios protagonistas.

Por otro lado es valorable el nivel de articulación y de aportes de diversas instituciones. Hay participación de varios actores, espacios, instituciones, sindicatos, asociaciones civiles, ¿Hay una política de estado respecto de los Derechos Humanos como algo transversal?, ¿Cómo ubica discurso reaccionarios  como el de José Manuel de la Sota en cuanto al nivel de aceptación que verdaderamente pueda tener o son marginales?
Creo que estamos transitando momentos de enorme compromiso político del estado en relación a los derechos humanos. Antes los que proponíamos trabajar estos temas en ámbitos escolares lo vivíamos siempre desde la resistencia y encarábamos proyectos a pesar del Estado. Estábamos en la vereda de enfrente. Porque no había apoyos en relación a estos temas, hoy notamos claramente el cambio. Hoy hay respaldo y promoción por parte del Estado. Pero falta mucho aun,  no solo en poder enjuiciar a los genocidas, en la democratización de la justicia, falta que todo un sector de la sociedad se sienta conmovido por estos temas. Lo que es parte de la batalla cultural que tenemos que seguir dando. Si De la Sota (actual gobernador de Córdoba, propuso permutar penas por información con genocidas y promover un baño de reconciliación social) dice lo que dice lo hace porque hay un sector que le da respaldo a ese tipo de contenidos. Con más razón tenemos que redoblar el esfuerzo, nuestro rol como trabajadores de la educación es clave para que los chicos y las nuevas generaciones no dejen de escuchar estos discursos de Memoria y Justicia y no dejen de aprender sobre las instituciones de la democracia. Porque cabe aclarar que otro objetivo tiene que ver con que los jóvenes conozcan cómo funciona la justicia, los entramados de poder que hay en los propios mecanismos de la Justicia, y también que hay una justicia que funciona. Porque es un poder que no está al alcance de la gente de a pie, del común de la gente, de ahí que sea importante para los chicos conocer esto, y conocer las batallas que se están dando en estos campos. Que los chicos expresen lo que expresan en este libro, nos da un piso para arrancar con muchas herramientas.

Se ve en este proyecto una reflexión sobre la propia identidad, la identidad colectiva y al mismo tiempo la posibilidad de pensar colectivamente sobre cómo eso se imbricó con una lógica institucional que perdura hasta los días de hoy, hasta el presente. Por otro lado una potencia del proyecto es la posibilidad de reflexionar sobre el propio lenguaje, en un momento donde se banaliza la palabra dictadura, donde por cualquier cosa se trata a un jefe de estado de dictador, o se lo compara con Hitler, etcétera; este tipo de proyecto reconcilia a los estudiantes con un plan de respeto al sentido de las palabras. ¿Cómo lo ves?

Totalmente, eso es clave. El seminario también tiene que ver con eso, porque conocer el lenguaje que se usa en un juicio, por ejemplo las palabras dictadura, genocidio, tortura, etcétera; hace que los estudiantes puedan poner las palabras en contextos reales y que después cuando se trasladan a otros marcos de discusión puedan tener elementos para comprender la diferencia, poder contrastar.

Los invito si quieren a hacer participar de este tipo de charlas a  algún docente o estudiante del seminario para que puedan salir al aire. Sería clave y les daría más elementos para apreciar la profundidad este proyecto que llevamos adelante.

http://www.agencia-anita.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=672:yo-fui-a-los-juicios-con-mi-profe-y-ya-no-soy-el-mismo&catid=2:educacion&Itemid=8